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miércoles, 24 de marzo de 2010


















"EL MUNDO ONíRICO ES UN LUGAR REAL, EN ÉL PERCIBIMOS UN MUNDO DE EMOCIONES, OLORES, SENSACIONES TANTO O MAS VEROSÍMILES QUE LA PROPIA REALIDAD, ¿TE ANIMAS A RECORRERLO CONMIGO?"



SUEÑO PROFéTICO


Estabas ahí, sentado en el suelo conversando conmigo. Nos acompañaban una copa de vino y la penumbra que nos envolvía, sólo se veía alterada por unas farolas colgando de un cable que atravesaba de lado a lado la terraza.
La gente bailaba, nosotros los mirábamos y nos mirábamos.
Me acerqué queriendo besarte, siempre he querido besarte y lo hice, te entregué un beso seco, con mucha ternura para no intimidarte con mi incitante insistencia, pero así como de prestado, para obligarte a devolvérmelo.
Apareció mi niña llamándome y queriendo irse, de aburrida como estaba por la ausencia de otros chicos, cuando aparece por la puerta una mujer con una piba, y ambas se van a jugar.
Escaleras abajo me veo charlando con la recién llegada, comentado cuestiones banales sobre la casa y sus reformas, visitando cuartos y haciendo comentarios al respecto yo no veía la hora de volver a estar a solas con vos.
En la cocina servías tinto en copones de vidrio, todo era agradable, la charla, los invitados, el clima… me ofreciste una copa llena.
En un instante sólo quedamos nosotros, otra vez en el suelo, otra vez la penumbra, y los rayos de luz plateada.
Nos acercamos, tanto que tu rostro pegado al mío me parecía la luna misma. Y sucedió lo que esperaba, la devolución del beso, con dos palabras “amor mío” casi imperceptibles.
Nuevamente susurrando “amor mío” abriste tu boca y tus brazos me apretaron contra tu pecho. Sentí tu lengua mojada en mi boca, y…
Ella inconmensurable se desplegó y en forma de tirabuzón me penetró la garganta recorriendo todo mi abdomen hasta llegar a la matriz, mientras unos ojos rasgados amarillos y verdes me miraban con frenesí, ardía mi piel que ya a esa altura estaba cubierta por una viscosa sustancia iridiscente.
Lo sentía, era el despertar del instinto más básico que habitaba dormido en mi, lo podía ver emergiendo desde las entrañas mismas de la oscuridad de mi inconsciente.
No le temía, la miraba de frente, la miraba y me miraba desde sus ansias bestiales de serpiente fantástica.
Su fuerza hipnótica me transportaba, me deje llevar…
Danzábamos ahora juntos al ritmo cadencioso de una sinfonía andante, y nos sumergíamos en una atmósfera húmeda y caliente.
En el cielo violeta se vislumbraban puntos de luz magenta que desfilaban ante mis ojos, formulando dibujos de constelaciones de estrellas explotando en el espacio, a la vez que la música embravecía, acompañando dramáticamente los movimientos de nuestras caderas desenfrenadas.
Sus escamas verdes y azules brillaban bajo los millones de gotas de luz que caían sobre nosotros y ya no eras vos, sólo era yo, despertando transpirada y agitada, acelerada mi respiración, un galope retumbando en mi pecho desbordado y luminosa mi piel que reflejaba el fulgor del aura de la luna que se colaba por la ventana. La música agonizaba en mis oídos y entre mis piernas un río bajaba hasta mis pies.