... DE UN CORAZÓN
Él me envuelve con su brazo la cintura, me presiona contra su pecho y me abarca, siento su calor, su olor, entonces me preparo. Deslizo mi brazo sobre su hombro hasta encontrar la prominencia de su omóplato, allí me detengo. Busco el eje en mi cuerpo, mis costillas se expanden, mi vientre se hunde, mis rodillas se flexionan y mi pie se afirma al suelo, mi cadera se libera del rigor.
Cierro los ojos y me entrego.
Late un corazón, déjalo latir…
Su impulso suave inicia el movimiento, me dejo llevar, así
Vibro… y es como un trago de buen vino rojo calentándome la garganta, la letra de ese tango.
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