Sabés cómo apagaría ese pucho entre tus dedos pulgar y mayor, para liberarlos, y que así pudieran moverse libres y comenzar un recorrido de caricias en las curvas y contra curvas suaves, blandas y húmedas de mi cuerpo, regalándome encantadoras sensaciones.
Sabés cuánto lo envidio siempre ahí aferrado a vos, en contacto con tu piel, dándote calor, acompañándote, casi como una prolongación de tu persona.
Imaginá, picante, dulce, perfumada.
Como ese puro armado con dedicación, el tabaco cosechado por manos curtidas bajo un sol abrasador.
Secadas sus hojas con paciencia y trituradas con maestría para que no se pierda la esencia, para que mantenga el aroma, para que su sabor sea el que ha sido por generaciones, lo cual le imprime su identidad.
Así soy para vos.
Si no lo imaginás, sabélo.
me permitas permanecer en tu boca por un instante y me saborees,
antes de morir en cada expiración.
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